martes, 1 de noviembre de 2011

Aprender a olvidar...


Hay heridas tan profundas que cuando intentas curarlas no lo consigues. Heridas que parecen dejar una cicatriz, de esas que al rozar siempre duelen. Algunas incluso, no te las quieres curar porque crees que las mereces. A veces la gente te hace daño, y los dejas aún dándote cuenta de lo que hacen; otras veces nos lo hacemos nosotros mismos. Cuando sabes que estás en el camino equivocado y sigues empeñada en seguirlo; tal vez esas son las peores heridas. Basta con saber perdonar y perdonarte a ti misma, muchas veces lleva más tiempo de lo que uno piensa, pero llega, siempre llega el momento. Y la paz entonces es increíble...

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